Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche, o mejor:
a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre,
su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
Y como si fuera un rito
dejé las ropas que oprimían
mi piel y mis deseos.
En la quietud serena,
oscura, de la noche
quedé desnudo y libre.
Estrellas infinitas
gimieron en mis brazos
y yo gemí con ellas
sediento, enamorado.
Estuve como un dios,
minutos, tal vez horas,
desnudo y voluptuoso
engendrando galaxias.
Hasta que el tiempo termino por devorarme
Dedicado a alguien que perdi alguna vez.